sábado, 31 de diciembre de 2022

Querido 2022

 

   Porque este año empezó tal y como lo había deseado: con doce uvas, muchos besos y un “sed de todo menos buenos” mientras brindaba por todo lo alto con esas personas que desde los 3 años llevo a mi lado.

Que deje las drogas sin saber que mi mayor estimulante se llama ilusión, como las lágrimas y la alegría de despegar hacia Copenhagen Fashion Week, donde la nieve y un desfile entre atracciones serían el reflejo de trabajo y esfuerzo. El avión de vuelta fue con tristeza, otra despedida más de esas que sabes que llegarán pero que te niegas a aceptar, otro hueco en la mesa que no se volverá a llenar.

El billete a Londres no tardaría en llegar, otra Fashion Week internacional, un maestro diseñador, su agradecimiento tímido y una mirada repleta de respeto y admiración que pones en el trabajo que deja de ser trabajo al convertirse en pasión.

Tardes tontas de museos que terminan con vinos de más, una fiesta a 29 pisos de altura, donde el cielo de Madrid con vistas a Plaza España, casi, se puede tocar. Llegó el momento de la Fashion Week en la capital, como invitada, redactora, prensa y protagonista… finalizar la jornada sin mantenerme en pie, pero sabiendo que este es mi sitio y que solo quiero seguir haciendo aquello que me hace tan feliz. Conocer a personas completamente iguales, completamente diferentes, pero, sobre todo, completamente felices, ilusionados y apasionados por este trabajo.

Y así, una noche tonta de marzo, comenzó un juego de esos con los que te acabas quemando. Noches en moto recorriendo Madrid, destino o casualidad, errores y aciertos, puede que la realidad nunca la sabremos, conversaciones y kilómetros de más, he perdido la cuenta de cuantos días van ya.

Un viaje más a esas tierras gallegas que siempre serán hogar con el mejor motivo por el que regresar y abrir la veda de conciertos con Taburete y la curiosidad por saber a qué huele la luna.

Entre libros y lluvia se presentó abril para dar la bienvenida a los 25 agradecida y bien rodeada en un auténtico cumpleaños gitano, pronto vendría el primer concierto de Marlon.

Milán, el avión despega ya, moda, risas y ramos de rosas, al regresar nos espera el mundo laboral: Telva, artículos, entrevistas, eventos y una oportunidad. Una lluvia de pétalos que dio la bienvenida al verano, Zaragoza, Fuengirola, Galicia, Calafell… Barcos, caballos, festivales, motos de agua… Porque esto está siendo una locura, una completa aventura, pero vivir va de eso, de disfrutar sin frenos mientras por la radio suena Despechá y Quevedo.

El verano llega a su fin, comienza otra Fashion Week en Madrid, en un septiembre irónico, de tristes despedidas en el mes de los comienzos y reencuentros, pero continúan los conciertos con una noche loca de superstar entre camerinos y guitarras con Marlon y su banda.

Una semana cargada de trajes regionales. Vuelta a Fuengirola, vestirme por primera vez de gitana y bailar sevillanas. Subir al norte, para vestirme de baturra, salir en la ofrenda y disfrutar de la Pilarica.

Mamma Mia el musical y una larga sesión de sofá y manta, porque, sin lugar a duda este ha sido un año de película de acción, de amor y aventuras.

Conversaciones a ritmo de techno que salvan relaciones. Unos últimos meses caóticos con ambulancias y demasiados médicos. Personas de ultima hora, que aparecen de repente con largas conversaciones, risas y un te atreves o no te atreves.

Barcelona, última escapada del año, paseos, desconexión y un último concierto, porque tras Omar Montes, y la Oreja de Van Gogh no hay nada mejor que terminar el año de la mano, gritando a todo pulmón que ya veré si vuelvo a verte o no, pero mientras tanto que se mueran de envidia.

Porque este año ha sido una autentica montaña rusa con subidas y bajadas, sin ningún sentido, que te hacen sentir vivo; o más bien lo podría comparar con la marea del mar, porque, ya sabéis, yo siempre he sido más de seguir, dejarme llevar y que pase lo que tenga que pasar. Pero hoy, querido 2022, miro hacia atrás y me siento una persona con suerte que sonríe al recordar.



























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