Hay estilos que nacen de
tendencias pasajeras y otros que permanecen porque cuentan una historia. El British
countryside pertenece a esta segunda categoría: no es solo una forma de
vestir, sino un universo cultural completo que lleva más de dos siglos
influyendo en cómo entendemos la elegancia, la tradición y el estilo de vida en
contacto con la naturaleza.
Lo interesante es que, aunque su
origen está profundamente ligado al campo inglés con sus colinas verdes, sus
cacerías, sus mañanas brumosas y sus casas señoriales; hoy está más presente
que nunca en las ciudades. Y no, no es casualidad.
Un estilo que nació por pura funcionalidad
El estilo campestre británico no
nació por estética, sino por necesidad. Durante los siglos XVIII y XIX, la
aristocracia inglesa pasaba largas temporadas en sus propiedades rurales, donde
la caza, la equitación y los paseos por el campo requerían prendas prácticas,
resistentes y preparadas para el clima inglés: humedad, viento constante y
terrenos irregulares.
De ahí
surgen piezas icónicas como los abrigos largos, pensados para proteger del
frío; las faldas de lana gruesa; el tweed, que repelía la lluvia ligera gracias
a la grasa natural del tejido y los tonos verdes y marrones, que camuflaban en
el entorno natural.
Es curioso descubrir que el tweed
—hoy un símbolo absoluto del chic británico— se popularizó porque era más
barato y resistente que los tejidos urbanos de la época. Hoy, sin embargo,
es sinónimo de lujo discreto.
La influencia inesperada de la literatura y el cine
Por sorprendente que parezca,
gran parte del atractivo moderno del British countryside no proviene de
la moda, sino de la cultura.
Series y novelas como Downton
Abbey, Orgullo y prejuicio, Emma o The Crown han
mantenido vivo este imaginario: grandes jardines, caballos, abrigos impecables,
caminatas entre hojas otoñales… El resultado es que asociamos este estilo a un
estilo de vida pausado, elegante y conectado con la naturaleza.
En 2020, tras el confinamiento y
el auge global de la vida al aire libre, Google registró un aumento de más del 500%
en las búsquedas relacionadas con “countryside fashion”. Una cifra
que nadie esperaba… pero tiene sentido: lo rural volvió a seducir.
Un detalle que suele pasar desapercibido
Uno de los datos más curiosos es
que el estilo campestre británico influyó de manera decisiva en la moda
femenina gracias a un personaje concreto: la Reina Alexandra, esposa de
Eduardo VII.
Ella fue la primera en adaptar
prendas típicamente masculinas del campo (como las chaquetas de tweed o las
botas altas) al vestuario femenino. Y lo hizo por una razón práctica: quería
moverse con mayor libertad durante sus actividades al aire libre. Sin quererlo,
inauguró una estética híbrida que hoy sigue vigente
La elegancia de lo “no ostentoso”
Lo que diferencia al British
countryside de otros estilos tradicionales es su filosofía: la
funcionalidad elevada a belleza.
No hay brillos, ni logos, ni
artificio. Todo responde a un propósito: abrigos que resisten el frío, tejidos
nobles que duran décadas, colores que envejecen bien, siluetas que permiten
caminar, sentarse en el campo o pasear durante horas…
Tal vez por eso, en pleno siglo
XXI, este estilo se ha convertido en un símbolo de lujo silencioso y
atemporalidad, la misma corriente que domina hoy las tendencias globales.
Por qué funciona tan bien en la ciudad
Aunque nació para el campo, el British
countryside encaja sorprendentemente bien en el paisaje urbano moderno. De
hecho, más marcas de lujo han relanzado sus líneas inspiradas en esta estética
en los últimos cinco años que en toda la década anterior.
La explicación es simple: cuando
la vida acelera, buscamos ropa que transmita calma, tradición, autenticidad. Y
eso es justamente lo que evoca este estilo: el caminar sin prisa, regresar a
los materiales naturales, reconectar con una estética más honesta…
Las ciudades europeas, Madrid
incluida, están llenas de parques, fuentes clásicas, estatuas y jardines que
funcionan como pequeños escenarios donde esta estética encuentra un perfecto
equilibrio entre lo urbano y lo íntimo.
El British countryside ha
sobrevivido a guerras, cambios sociales, revoluciones industriales y
tecnológicas… y sigue vigente. No por nostalgia, sino porque representa algo
que hoy valoramos más que nunca: la belleza de lo duradero, esa elegancia
que no necesita explicaciones…
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