No sé si fue la luz de la mañana entrando por las ventanas del hotel o la forma en la que reposaban, silenciosas, las piezas sobre el terciopelo, pero algo en la presentación de Platonic Jewels en Madrid me hizo parar. Parar de verdad. Hoy en día, estamos tan acostumbradas a mirar joyas sin mirarlas, a pasar de una colección a otra como si todas brillaran igual, pero, de repente, en medio del caos, aparece una marca así.
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Pendiente Flor - Platonic Jewels |
Platonic no necesita ruido, no te
pide atención, te la roba con calma. Te la roba desde lo sutil, desde lo
imperfectamente bello, desde la elegancia. Desde ese lugar donde las cosas no
se hacen para venderse rápido, sino para quedarse. Porque hay piezas que no
entienden de temporadas ni de tendencias y Jamila El Mahi, su creadora, lo sabe
bien. Ella no diseña como una firma más, ella crea, rescata, restaura y
reinventa.
Quizá porque antes de ser
diseñadora, Jamila es recolectora de historias. Busca joyas antiguas, piezas
que ya han vivido, que tienen arrugas doradas, que esconden nombres. Las
restaura con manos pacientes y mirada limpia, y en ese gesto hay algo profundamente
honesto: no trata de borrar lo que fueron, solo les da otra oportunidad para
brillar. Quizá por eso, sus joyas no parecen nuevas ni viejas, sino simplemente
atemporales. Cuando las tienes cerca, entiendes que su valor no está en lo que
cuestan, sino en lo que evocan.
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Anillo Camafeo Multicolor - Platonic Jewels |
Al ver sus diseños tienes esa
sensación que aparece pocas veces: cuando sabes que estás frente a algo especial,
pero no sabes explicarlo con palabras. Como si el objeto supiera algo de ti que
tú todavía no sabes, como si te eligiera y, a partir de entonces, pasara a formar
parte de la familia de generación en generación.
Eso tienen las joyas de Platonic. No están pensadas para combinar con una camisa o para completar un look. Están pensadas para recordarte algo, para anclarte a un momento, para susurrarte una emoción en mitad de tanto caos. Y quizás eso sea lo más bonito de todo: que no buscan impresionar, sino emocionar. Como una carta escrita a mano, como una canción que suena bajito, como un tesoro que no quieres enseñar demasiado por miedo a que deje de ser tuyo.
2 Comentarios
Son muy bonitas, saludos:D
ResponderEliminar¡Tienen piezas preciosas! Un abrazo
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